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LUIS MARÍA ANSON

Querido presidente José María Aznar...

Ni caso. No te hace ni caso. Te lo debe todo pero te ignora y te margina. Su desdén irrita en las bases del Partido Popular. A Rajoy le entra por un oído lo que dices. Le sale por el otro sin rozar su mente nefelibata. Ha acertado en la política exterior y en la reforma laboral para superar la crisis económica. Hay que afirmarlo así, pues es de justicia. Se ha equivocado en el asunto clave de la política interior: el secesionismo. Ni siquiera se ha enfrentado a él.

Pretendió descargar sobre ti, con el apoyo y la connivencia de 'El País' y de algún periódico alfombra, la podredumbre de los papeles de Bárcenas para evadirse de responsabilidades. Te negaste a que te basurearan y acudiste a la televisión. En la entrevista periodísticamente de diez que te hizo Gloria Lomana aclaraste las cosas y dejaste un rejón clavado en todo lo alto.

Ahora, en San Sebastián, has movido la silla curul monclovita sobre la que se asienta Mariano Rajoy tras ganar unas elecciones que, en realidad, perdió Zapatero, el de las dádivas y las mercedes, el de las ocurrencias y los despropósitos. Y se lo has dicho sin veladuras ni tapujos frente a tanta palabra ofidia: "Hay que poner fin al desfalco de soberanía nacional que se está llevando a cabo por parte del nacionalismo. Cuando se ganan las elecciones autonómicas se gana el poder constituido, no un poder constituyente". Que reflexionen Oriol Junqueras y su marioneta, Arturo Mas. Que se dé cuenta Mariano Rajoy de la responsabilidad que tiene al no hacer nada o casi nada ante la atrocidad histórica que se está desarrollando sin resistencia, entre el rosmar de los fontaneros de la Moncloa exangüe. Si Junqueras se dedica a crear un clima de secesionismo entre los catalanes, Rajoy tiene la obligación de estimular ese mismo clima pero en favor de la unidad de España.

"La sociedad debe encontrar en las instituciones el liderazgo de quien tiene que abrir camino y tomar la iniciativa. Especialmente donde más falta hace". Se puede decir más alto pero no más claro. Junqueras y su títere Arturo Mas trabajan sin descanso para hacer realidad el secesionismo. No, no es una finta para intercambiar cromos. Esta vez el órdago no va de farol. "Muestran una desafección -has dicho- que es minoritaria pero que está ordenada y está en marcha. Y que debe encontrarse con una afirmación rotunda de la Constitución y de la unidad que ella consagra".

La tarea política más importante en la España de hoy no reside en superar la crisis económica, sino en "construir, ordenar y poner en marcha una gran política nacional basada en los principios constitucionales. Un gran proyecto cívico atractivo, capaz de animar a la sociedad a prestarle su apoyo decidido y sostenido". Está en vigor, has recordado, "una Constitución aprobada en referéndum que expresa la palabra de la nación española". "No existe ningún título jurídico, histórico o político válido que habilite a ignorarla, incumplirla, suspenderla o aplazarla". Se puede reformar la Carta Magna conforme a lo que ella misma establece en el artículo 168. Esa reforma exige un referéndum final para que ejerzan su derecho a decidir los catalanes y el resto de los españoles. Después de cinco siglos de España unida, sobre la fractura territorial que propugnan algunos deben decidir todos los ciudadanos libres e iguales ante la ley.

Y finalmente, querido presidente has tenido el valor personal de golpear a tu sucesor popular exigiendo el liderazgo que España precisa. Ojalá que el presidente del Gobierno, agazapado en su madriguera monclovita, se decida a salir al albero para lidiar al marrajo secesionista con la mano firme y el ánimo despejado, porque maduran ya entre el pueblo español las uvas de la ira.

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