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LUCÍA MÉNDEZ

Jaime Botín es rico, es importante, tiene amistades poderosas y publica artículos en el mismo lugar donde firma Mario Vargas Llosa. Jaime Botín fue presidente de Bankinter y es hermano del banquero español más temido y cortejado. Pero todo eso -la riqueza, la relevancia social- siempre le supo a poco. Cosas mundanas. La gente les da mucha importancia, pero no la tienen. Jaime Botín es rico espiritualmente, que es lo que cuenta. Sin el alimento de la Filosofía, este hombre rico se sentiría huérfano y vacío. De hecho, es muy probable que aceptara la Presidencia de Bankinter como método empírico para descubrir el interior del alma humana y estudiar a fondo conceptos como la moral, la verdad, la mentira, el bien, el mal, la riqueza, la pobreza, la influencia de la Santa Madre Iglesia en la sociedad actual... Jaime Botín tiene inquietudes renacentistas que prácticamente abarcan todos los saberes. Y firma sus artículos de forma tan modesta como el mismo Diógenes. Alumno de la Escuela de Filosofía.

El común de los mortales ha tenido noticias recientes de Jaime Botín, en su doble faceta de banquero y discípulo de sus maestros. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha pedido al Gobierno que le multe por ocultar que tenía más acciones de Bankinter de las que declaraba y las crónicas han recordado, de forma muy oportuna, que en 2010 ya regularizó unos cuantos millones que tenía olvidados en Suiza. Días antes de recibir la sanción, este hombre rico material y espiritualmente publicó una reflexión bastante erudita titulada "Moral católica". Hablaba de la corrupción, de la misericordiosa hipocresía de la Iglesia católica, de la mentira pública y decía textualmente: "Se pueden soportar muchas cosas, pero no se puede soportar el mal ejemplo". A ojos de la gente que cumple las leyes y paga impuestos, Jaime Botín apareció como un auténtico jeta, por no decir otra cosa. La vergüenza y el pudor son emociones propias de las clases medias y bajas. Los ricos se comportan con más desahogo. Hay gente que se pone colorada si le llega una inspección de Hacienda y otros regularizan sus fortunas en Suiza y además piden que les demos las gracias. Eso es exactamente lo que hizo Jaime Botín en un segundo artículo titulado "La moral católica y sus practicantes". Aunque menos erudito que el primero, el alumno de la Escuela de Filosofía lamentaba que algunos medios -EL MUNDO por ejemplo- hubieran informado de sus pecados financieros vinculándolos a sus lecciones de moralidad. Una cosa nada tiene que ver con la otra, argumentaba muy ofendido porque se fijaron en su moral personal, pero no en sus ideas, con las que quería aguijonear la conciencia de esta sociedad. Además, decía que pagó lo que debía a Hacienda en solidaridad con la crisis.

Una de dos. O Jaime Botín faltó a clase el día que explicaron la filosofía de Sócrates, o bien sólo se fijó en una parte del pensamiento del sabio griego. Sócrates se distinguió por su categoría moral y por dar ejemplo de virtud y ascetismo en su vida. Botín obvia la práctica y prefiere cultivar la ironía socrática, el método con el que el filósofo interpelaba a sus discípulos para que llegaran a la conclusión de que por mucho que supieran, no sabían nada. Los que le critican desconocen que las personas como él viven en otra dimensión. Material y espiritual.

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