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El nacionalismo soberanista es el gran triunfador de las elecciones vascas celebradas ayer. Como predecían las encuestas, el PNV fue el partido más votado con un 34,6% de los votos y 27 escaños, lo que permitirá a Iñigo Urkullu ser el próximo lehendakari. Es un resultado excelente porque logra recuperar esa posición de liderazgo en la sociedad vasca que ha ejercido en todas las legislaturas menos la última. La segunda fuerza con más apoyo fue EH Bildu, el partido de la izquierda abertzale que integra el brazo político de ETA, que logró los mejores números de su historia con un 25% en votos y 21 escaños.
La suma de los sufragios del PNV y Bildu asciende a un 60% del total, el mejor resultado de la historia del bloque soberanista, superando con creces el 56% que lograron PNV y Batasuna en 1984. El éxito de ayer se debe al impresionante ascenso de Bildu, que ha roto todos los récords de voto de la izquierda abertzale. Otegi logró 14 escaños en 1998 y ahora Bildu ha sumado siete más, elevando su techo electoral nada menos que en un 50%.
Veremos si Urkullu gobierna en solitario, apoyándose alternativamente en abertzales y socialistas, o busca una coalición estable con el PSE, pero la progresión de Bildu supone la instauración de una fuerte hegemonía soberanista en el Parlamento vasco. No hay duda de que Bildu se va a sentir crecida y de que va a intentar tirar del PNV para avanzar en el camino a la independencia. Ello le vendrá muy bien a Artur Mas, que puede intentar crear una pinza con el independentismo vasco para impulsar una política de hechos consumados y desestabilizar definitivamente a España.
El salto de Bildu no sería tan inquietante si el PSE y el PP no se hubieran hundido ayer electoralmente. Es la primera vez en la historia que ambos retroceden a la vez en el País Vasco. Llama la atención el enorme fracaso de Patxi López, que ha sufrido un duro castigo en las urnas al perder nueve escaños y 107.000 votos. Su derrota es un gran revés para Rubalcaba y también para Zapatero, cuyas políticas han tenido consecuencias electorales nefastas. El pacto del cese definitivo de la violencia de ETA a cambio de la legalización de Bildu no le ha dado rédito en las urnas. Todo lo contrario. Pero al PSOE le cabe un consuelo: sus 16 escaños son claves para que el PNV pueda gobernar.
El PP pasa a ser la cuarta fuerza política en el País Vasco -incluso también en Álava- con unos resultados lamentables. Pierde tres escaños y 15.000 votos y se convierte en un partido irrelevante. Si descontamos el caso de UCD, el PP acaba de lograr el peor resultado en una autonomía de un partido que gobierna -¡y con mayoría absoluta!- en Madrid. En 2001, llegó a conseguir 21 escaños y ahora ha logrado 10. Un fracaso de Antonio Basagoiti y su equipo, que no han sido capaces de movilizar a su electorado. El PP necesita dar un giro radical si quiere volver a ser una referencia para los vascos que se sienten españoles. Resulta muy meritorio, por último, que UPyD haya logrado en este contexto mantener su escaño.
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