Tu Mundo
MANUEL JABOIS
Si llegamos a saber que el berrinche que se pegó Xavi por perder la Liga iba a durar dos meses y lo iba a meter sin ningún pudor en el vestuario de la selección cuatro días antes de la Eurocopa quizá hubiera merecido la pena cederle el cetro y que lo pasease por las entrevistas alabando el buen gusto de su juego y la urgencia nacional de que se graben sus rondos para pasarlos en los colegios.
Resulta difícil encontrar a un equipo al que se le perdone tanto esa falta de estructura narrativa, sobre todo siendo el Barça en esencia un relato: cuando uno dice que su equipo es elegante en la derrota y que le perjudicaron los árbitros, o que aquí se han callado muchas cosas como si hubiera en la LFP avistamientos ovnis en expedientes clasificados, estamos ante un agujero en el guión y una elegancia de oficina que se creerán cuatro modistos del pensamiento único. Puestos a perder papeles casi es preferible perderlos como Mourinho («Me daría vergüenza ganar una Champions así») que montárselo de sibilino fingiendo dolores profundos en la pureza de valores ancestrales que hace tiempo quedaron desmentidos.
El mensaje de Xavi es el mismo que el de cualquiera: aquí no sabe perder ni Dios, y unos lo asumen bastante bien, para escándalo de la sociedad, y otros pretenden reptar a una cruz y pasearse maniatados implorando justicia divina para ser reco-nocidos, moralmente, mode-los de virtud. Así sea enton-ces, pero hombre, antes de salir a jugar contra Italia recuérdele usted en el túnel de vestuarios a Casillas, Xabi o Ramos que ellos, en concreto, no saben perder. Dígaselo varias veces, como lleva haciendo desde enero. Lo mismo así, como ocurrió en la Liga, no les queda más remedio que ganar.
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