No hubo presión a las testigos rumanas del 11-M

J-70 admite que no se hizo la gestión a su favor para que exculpara a Zougam

J-70 admite que no se hizo la gestión a su favor para que exculpara a Zougam

CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO / Madrid

El diario El País publicó ayer una denuncia ante la Audiencia Nacional, presentada el pasado 20 de marzo, en la que dos testigos protegidos del 11-M (dos ciudadanas de nacionalidad rumana identificadas en el sumario como C-65 y J-70) acusan a dos periodistas de EL MUNDO (uno de ellos, yo mismo, y el otro, Joaquín Manso) de presionarles para exculpar al condenado como autor de la masacre Jamal Zougam. La editora de este diario se personará como perjudicada.

Ningún periodista de El País llamó a EL MUNDO para recabar nuestra versión sobre los hechos.

[foto de la noticia]

Gómez Bermúdez, durante el juicio del 11-M. / POOL

Según la denuncia, una de las testigos (la identificada como C-65) afirma que le regalamos dos camisetas del Real Madrid para sus hijos y que le ofrecimos trabajo a cambio de modificar su testimonio. La otra (la J-70) dice que le ofrecimos quitarle una hipoteca que pesaba sobre su vivienda y que yo mismo hice gestiones ante «el director de Barcelona» de la entidad que le concedió el crédito (CatalunyaCaixa) para «un arreglo que es ilegal». La denuncia está acompañada de sendos manuscritos donde las dos testigos cuentan su versión de los hechos.

Yo me voy a ceñir precisamente a los hechos.

En base a los datos del sumario, la condena de Jamal Zougam se sustenta, fundamentalmente, en el testimonio de tres personas que dijeron haberle visto en uno de los trenes el día del atentado.

Como ya hemos explicado más de una vez, Zougam no pertenecía a la banda de El Chino y no existen llamadas entre aquél y los demás implicados en el atentado, y tampoco la Policía pudo detectar sus huellas en los lugares clave donde se supone que se organizó la matanza.

Durante meses, Joaquín Manso (redactor de tribunales de EL MUNDO) se dedicó a intentar localizar a los tres testigos, cosa nada fácil.

A partir del mes de marzo de 2011, tuvimos varios encuentros con las dos testigos antes citadas. En el mes de octubre, Joaquín y yo estuvimos en la localidad rumana de Cluj, donde entrevistamos al tercer testigo protegido (identificado en el sumario como R-10).

La versión de este último no casaba con la de las dos testigos anteriores. Es decir, si era verdad lo que contaba uno, no podía serlo lo que aseveraban las otras. Y viceversa. Para colmo, R-10 no fue llamado a declarar al juicio oral, aunque estaba perfectamente localizable. El testigo nos contó, además, que él identificó a Zougam después de ver su foto en el aeropuerto, hecho que contradice al sumario.

Por tanto, quedaban las dos testigos. Una de ellas (la C-65) había modificado su testimonio en varias ocasiones, pero es cierto que fue la primera en acudir a la Audiencia para reconocer a Zougam. Sin embargo, su amiga (la J-70) que, según la versión de C-65, viajaba junto a ella la mañana del atentado, no declaró hasta pasado un año.

Lo más sorprendente es que este testimonio, que validaba el de su amiga, se presentó después de haber sido rechazada como falsa víctima en dos ocasiones por el tribunal médico establecido a tal efecto por el Ministerio del Interior. Una vez que J-70 identificó a Zougam, la valoración de ese tribunal cambió y fue aceptada como víctima, con todo lo que ello lleva consigo (indemnización, atención psicológica y obtención de los papeles de residencia).

Queríamos conocer su versión de los hechos antes de publicar nada. Tanto a C-65 como a J-70, yo les pregunté en mi despacho del periódico si estaban seguras de haber reconocido a Jamal Zougam, si no habían tenido dudas. C-65 fue muy firme, pero J-70 dudó.

A C-65 la vi en tres ocasiones (una en abril de 2011, otra en junio de 2011 y la última en noviembre de 2011). A J-70 sólo la vi en una ocasión (junio) en mi despacho, aunque Joaquín la vio dos veces más.

Por supuesto que nunca las presioné, ni las amenacé. No entiendo por qué han dejado transcurrir tantos meses antes de presentar la denuncia, si había motivos para ello. No hay ninguna prueba de sus acusaciones, más que su testimonio.

La cuestión de los regalos es cómica. La testigo C-65 le insistió a Joaquín en varias ocasiones que sus hijos (chico y chica) era fans del club blanco. Yo le había regalado una camiseta del Real Madrid a Esther Sáenz, una de las víctimas del 11-M que quedó en peor estado tras el atentado y a la que entrevisté en mi programa En Confianza. No podía negarle un regalo como ese a otra víctima, así que pedí al Real Madrid que me enviara dos camisetas, a lo que el club accedió amablemente. La testigo pidió muchas más cosas: entre otras, entradas para un concierto de Malú, que no se gestionaron.

C-65 afirma en su manuscrito que yo le ofrecí trabajo «de jefa» en EL MUNDO (ella trabaja en una empresa de seguridad), lo que es absolutamente falso.

J-70 afirma, a su vez, que yo hice gestiones para quitarle una hipoteca ante un director de CatalunyaCaixa. También es falso. En la entrevista que mantuve con ella, en presencia de Joaquín Manso, nos contó que estaba en una situación difícil porque el banco iba a embargarle su piso y, además, la nómina, porque llevaba mucho tiempo sin pagar la hipoteca. Nos dijo que su marido no tenía trabajo y nos pidió ayuda.

Lo que hice fue llamar a la responsable de prensa de CatalunyaCaixa, Cristina Langarika, para rogarle que, aunque le embargaran la casa, tuvieran con ella cierta consideración en lo relativo al embargo de la nómina, ya que se trataba de una víctima del 11-M. Langarika accedió.

Es evidente que esa gestión no tenía nada que ver con el cambio de su testimonio, ya que la hice aunque ella finalmente mantuvo su versión. Eso es tan cierto como que ella misma, en su escrito ante el juez afirma: «Le digo que si para ayudarme con el piso yo tengo que decir lo que dicen ellos o que no me ayuda con nada y ha saltado Casimiro que me van a ayudar por ser víctima da igual si yo no le ayudo [sic]».

EL MUNDO publicó la información relativa a las circunstancias extrañas de la declaración de las testigos protegidos a partir del primer fin de semana de diciembre de 2011. No ha sido desmentida ni una coma.

Desde entonces, no habíamos tenido noticia de ellas hasta que El País dio a conocer su denuncia.

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