Tu Mundo
SALVADOR SOSTRES
Ayer fue uno de los días más importantes para Barcelona, uno de esos días en que una ciudad se juega su prestigio y buena parte de su futuro, y la aportación de los estudiantes de las universidades públicas fue cortar la Diagonal y ensuciar algunos escaparates con sus penosas proclamas. Los restaurantes pletóricos, los hoteles a rebosar, todo el mundo tratando de ser amable y de cooperar; Barcelona ante el único congreso internacional que organiza, ante sus días de mayor actividad económica y de mejor proyección internacional, y los estudiantes de la universidad pública, patrocinados sobre todo por la clase media catalana, formada por botiguers y comerciantes, decidieron intentar estropear el éxito de una jornada tan crucial.
Estos chicos tendrían que ser detenidos, identificados y expulsados de su universidad. No son dignos de recibir ningún dinero público. Invertir en su educación es perder el tiempo y tirar el dinero. El día más importante para su ciudad, y para los comerciantes cuyos impuestos sirven para pagarles los estudios, se dedicaron a boicotear la imagen y el funcionamiento de la ciudad.
Recordaremos siempre lo que hicisteis. En el momento más delicado, en el momen-to más grave, recordaremos que fuisteis la peor amenaza para la prosperidad. Nunca vamos a olvidar vuestro egoísmo ni vuestra irresponsabilidad. Hacía tiempo que Barcelona no tenía peores enemigos que vosotros. Sí, enemigos. Porque sólo un enemigo actúa con tanta maldad. Ayer pusisteis en peligro una de las pocas oportunidades que los barceloneses tenemos para superar esta crisis tan brutal.
A partir de ahora os pagáis la universidad de vuestro bolsillo, o que os la paguen vuestros padres. Sería un escarnio y un insulto que los impuestos del restaurante con la pared ensuciada se malgastaran en la inútil educación de vuestra soberbia y de vuestra barbaridad. No sois más que unos niñatos que necesitáis saber qué es pasarlo mal, necesitáis conocer el valor y el precio de cada uno de vuestros supuestos derechos y entender que estos derechos dejan automáticamente de serlo si los mismos de siempre los dejan de pagar. Los mismos e incansables autónomos y pequeños empresarios de siempre a los que con tanta desfachatez despreciáis y a los que sin ningún rubor perjudicáis con vuestra actitud delictiva y demencial. Deseo y espero que os expulsen de la universidad pública por energúmenos y porque sólo la intemperie cura la arrogancia.
Y a ver si lo que no habéis aprendido a respetar en el privilegio y en la abundancia lo aprendéis a respetar en la represión, en la multa y en la necesidad. No os merecéis nada.
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