Tu Mundo
SALVADOR SOSTRES
La crisis continúa siendo, sobre todo, un tema de conversación. Algo que sale en las noticias y se comenta en los bares. La crisis continúa siendo, sobre todo, una moda, un trending topic. Y todo el mundo tiene una teoría, y todo el mundo conoce un caso. Algunos empresarios, cierto, están verdaderamente preocupados; pero la gente continúa con sus dinámicas habituales.
El viernes muchos se fueron de puente y los que se quedaron en la ciudad lo aprovecharon para salir de fiesta. Los restaurantes estaban pletóricos, auténticos llenazos. La gente habla de la crisis pero en el fondo nadie la ha interiorizado. Las cifras de desplazamientos durante el puente no son las de una sociedad preocupada. El mismo concepto de puente es propio de una sociedad frívola e irresponsable, que no tiene miedo de nada.
Porque si la crisis fuera algo más que un rumor, algo más que un tema de conversación y hubiera penetrado en las vidas y en las conciencias de los españoles, sólo los realmente ricos osarían tomarse unos días de vacaciones.
Si fuéramos una sociedad adulta y emancipada, capaz de asumir las responsabilidades de nuestros actos, haría tiempo que habríamos renunciado a los puentes, a los 30 días de vacaciones -y encima pagados- y al fraude en toda regla que son y representan los puentes y los días personales.
Pero no, no somos así. Ni somos adultos, ni estamos emancipados de papá Estado. La izquierda nos hizo creer que teníamos derecho a todo y que todo estaba pagado, y esta desesperanza es el fin de trayecto de aquella mentira y de aquella farsa.
Supongo que, luego, esta gente que hoy está de puente, cuando se quede sin trabajo y nada tenga, acudirá a manifestaciones anticapitalistas y dirá que la culpa de todo la tienen los banqueros y el sistema. Supongo que luego, cuando se les pase la resaca, los que ayer bailaban, mañana golpearán a la Policía y dirán que los políticos son todos unos corruptos y que no les representan.
Pero no hay ningún otro culpable que lo que cada cual hace con y por su vida. Podemos quejarnos de quien sea y de lo que sea, pero somos los únicos culpables de lo que nos ha pasado. Por cada día que hemos faltado al trabajo por un tonto resfriado, por cada vez que hemos pensado más en el fin de semana que en hacer bien nuestro trabajo, por cada vez que hemos pensado más en nuestros derechos que en nuestros deberes; por cada despido improcedente, por cada liberado sindical tendremos ahora esta crisis, esta angustia y esta cancelación; este pagar por lo que no pagamos, y este quedarnos sin ese trabajo que hace bien poco despreciábamos, hacíamos sin interés y hasta buscábamos cualquier excusa para dejar de hacerlo.
El PSOE y los sindicatos amenazan con salir a la calle para frenar las drásticas medidas que, por culpa de sus políticas populistas, va a tener que tomar el nuevo Gobierno del Partido Popular. Quien quiera puede acompañarles, pero que todo el mundo sepa que, cuanto más se tarde en aplicar las urgentes y severísimas medidas económicas y sociales que España necesita, cuando más tardemos en pagar lo que se debe, en asumir las responsabilidades que nos corresponden y en tomar de una vez por todas las riendas de nuestra vida; más durará y más honda será la crisis, y más angustiosa será la desesperanza, y más deprimente cada día. No conoceremos otra recuperación ni otra bonanza que la que seamos capaces de crear con nuestro esfuerzo y con nuestra perseverancia.
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