El gigante que se muere

JOSÉ MARÍA GAY DE LIÉBANA

La burbuja del fútbol español ha estallado. La crisis económica será más o menos culpable del descalabro del fútbol pero, en gran manera, el default corresponde exclusivamente a los propios clubes y a la falta de una efectiva supervisión. Nadie se ha preocupado ni ocupado lo más mínimo por enderezar el rumbo. Las deudas entre Liga BBVA y Liga Adelante suman hoy más de 4.000 millones a los que agregar el monto de pasivos contraídos por los clubes de Segunda B y demás categorías.

El endeudamiento del fútbol alcanza tal cota que, dicho sin ambages, no se podrá liquidar. En las últimas cuatro temporadas el déficit ordinario cosechado en Primera es 1.087 millones de euros. En la temporada 2009-10, la Segunda saldaba sus cuentas con una pérdida ordinaria de 94,8 millones, mientras la Liga BBVA perdía 285 millones. En total, 380 millones de números rojos en una temporada. ¿Alguien ha dicho algo acerca de esos escalofriantes guarismos? ¿Ha habido algún mecanismo de control económico? La pérdida neta final de Primera (92 millones de euros) y Segunda (43) arroja un descalabro de 135 millones en 2009/10. ¿Atendió alguien a esa hemorragia financiera?

Los concursos de acreedores se han convertido para ciertos clubes en la patente de corso para no pagar sus deudas y seguir compitiendo. Finalmente, los impagos, tras perjudicar a terceros, han salpicado a los actores principales: los futbolistas. Son ellos los protagonistas de nuestro panem et circenses, los gladiadores que se encargan de mantener nuestros ánimos elevados pese a que algunos lunes por la mañana andemos cabizbajos. Unos perciben cantidades astronómicas, otros mucho más modestas, según la entidad de la empresa donde trabajen. Son las leyes de un mercado que, aunque con discriminaciones sustanciales, se autorregula. Los deportistas ganan mucho o ganan poco; eso depende del prisma que apliquemos a las cifras. No obstante, los gastos de personal de la Liga BBVA suman 961 millones frente a unos ingresos de 1.633 millones, es decir, el 60%.

Ahora, habrá huelga. Los futbolistas, muchos de los cuales no cobran sus retribuciones, se han plantado, y están en su perfecto derecho de reclamar lo que es suyo. La razón les asiste, pues se han incumplido, por parte de los clubes, contratos suscritos. En esta situación, es el momento de reaccionar. La huelga, llevada hasta sus límites, ha de producir la catarsis económico-futbolística, tiene que depurar todos los malditos virus ancestrales.

El riguroso control económico no puede ser un brindis al sol ni tampoco una mera declaración de intenciones. Las cuentas de los clubes han de someterse a una estricta supervisión económica. De haberse hecho, tal vez hoy no habría media Liga de las Estrellas en situación concursal ni más de la mitad de los clubes de la Liga Adelante en suspensión de pagos, acaso los futbolistas habrían percibido lo que es suyo y los aficionados disfrutaríamos de nuestra pasión. El plan de rescate financiero, junto con la viabilidad económica, es inaplazable. El fútbol español no es que amenace ruina, es que está arruinado.

Dos grandes clubes pueden capear el temporal: Madrid y Barça. El resto, salvo contadas excepciones, vive agónicamente. Y en ese entorno, subyace el debate clave para enderezar nuestro fútbol: la tarta de los derechos televisivos, repartida favorablemente a los dos grandes. Puede ser la panacea si se acompaña de un severo control económico. La solución al problema, sin embargo, no puede esperar. El fútbol español se muere.

Un explotación muy mejorable. Porque, ¿es comprensible que la Liga de las Estrellas ingrese 612 millones por explotación de los derechos televisivos mientras que la Premier factura 1.270, la Serie A italiana 915 y la Ligue 1 francesa, con 607, casi iguala a la española? ¿Es razonable que la mejor Liga del mundo, la nuestra, ingrese 1.633 millones frente a los 2.642 millones de la Premier, los 1.698 millones que percibe la Serie A y los 1.663 millones que factura la Bundesliga?

Un lastre para el país. Para España, flamante campeona del mundo, actual campeona de Europa en casi todas las categorías, con su portentoso Barça y su imponente Madrid, la crisis del fútbol le perjudica más que la especulación sobre el euro o la epidemia de las subprime. Si un valor intangible distingue a España es el fútbol; si algo nos proyecta universalmente, es el fútbol. Futbolistas sin cobrar, clubes sin pagar, surtido elenco de concursos de acreedores, competición aplazada sine die... Si la solución se demora, el pueblo se queda sin panem et circenses. No haber tomado las medidas correctoras en su momento, se tornará en un problema de Estado...

José María Gay de Liébana es profesor titular de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Barcelona.

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