El nacionalista que bebe Moët, no cava

PUNTOPRESS

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En tiempos de recesión se pega su verano más opulento: tabaco cubano, champán francés y chica árabe. Algo muy poco catalanista. Cada vez está más solo en el 'Parlament'. ANNA ALÓS / LEONOR MAYOR

Si siendo presidente del FCB ya no se achicaba. Recuerden, «al presidente del Barça le conocen en todo el mundo, al de la Generalitat de Catalunya, no», dijo. En su recién estrenada carrera política Joan Laporta no iba a ser menos. Pillado en la cubierta de un barco, ha dejado constancia de que se siente satisfecho con su imagen, que está profundamente seguro de sí mismo y que no le importa poner al descubierto algunas de sus pasiones: buenos puros, champán, la misma escultural chica de hace un año, las aguas turquesa de las Pitiusas, el pelo en pecho, una cintura feliz y un cuerpazo alejado de la dieta de moda, la Ducan.

Lo del estilo del ex presidente del Barça ya es otro cantar, pero si se trata de saber vivir en su sentido más demagogo y popular, no cabe duda de que a Laporta viajar le ha cundido y ha aprendido con los años y con la ayuda de los beneficios obtenidos en sus años en el Barça. El burguesito que veraneaba en Castelldefels, que estudió en los Hermanos Maristas y en la Facultad de Derecho (no obtuvo en Selectividad la nota para la de Medicina) se enteró de lo que vale un peine, un peine de oro blanco. El próximo verano cumplirá 50 años y sus gustos no tienen vuelta atrás. Para bouquet espumoso, más vale afrutado, debe de pensar.

Sorprende a propios y extraños que en tiempos de recesión económica ofrezca semejante imagen de opulencia y que sus ínfulas independentistas sean sólo teóricas. Quizás lo suyo sería, de acuerdo a la genética catalana, que su bandera fuera la discreción, que bebiera cava y que pasara el verano practicando 'trekking' en la Cataluña semiprofunda, la que acudió a las urnas para votar sí o no a la independencia de Cataluña en un referéndum de broma que Laporta se sacó de la manga en sus primeras incursiones políticas. ¿Será que la política localista es sólo amor sin pasión? Curiosas sus actitudes de poderoso internacional: tabaco cubano, bebida francesa, chica árabe.

BAILES AL ATARDECER

[foto de la noticia]

El mismo fin de semana que se le fotografió en todo su esplendor en la cubierta del yate fondeado en aguas de esa autopista de agua que hay entre Ibiza y Formentera, el neopolítico y su chica bailaron y se acariciaron en los chill outs de Cap d'es Falcó, una de las costas más bellas de Ibiza. Una pareja argentina afincada en Madrid celebraba su compromiso y ellos, Joan y Sana, su chica, estaban allí, bailando muy juntos mientras veían caer el sol en el horizonte de lo sentimental. Pero al ex presidente del Barça aún le quedan muchos horizontes por resolver.

Uno de estos horizontes es el deportivo. Los escándalos, en mayor o menor medida, le acompañaron durante su mandato, especialmente en los últimos años y siempre bajo la discreta protección del amigo de la infancia, Alfons Godall. Un ejemplo son las escuchas a los miembros de su propia Junta y los contratos laborales a presuntas amantes que colocó, sin ningún protocolo de selección, en departamentos poco comprometidos pero que finalmente salieron a la luz.

El caso más conocido fue el de Flavia Massoli, que acusó a Laporta de haberla obligado bajo presión a renunciar a su contrato sin indemnización ni posterior derecho al paro, y de haberle dejado en prenda un rosario de promesas que nunca cumplió. La amante-empleada perdió el juicio y su demanda no pasó de las portadas de los diarios deportivos y de una incursión en un programa del corazón. Fue una manera de recuperar algo de la compensación económica que se le negó.

SENTENCIA PENDIENTE

Por otro lado y a los dos meses de abandonar la presidencia, Laporta impugnó la acción de responsabilidad durante su mandato que le reclama la Asamblea de socios del FCB y que podría presentarse de nuevo en pocos días. Hay que remitirse a la manipulación que Laporta y Ferran Soriano (su vicepresidente primero) hicieron de los balances de situación al sustituir al anterior presidente, Joan Garpart, pasando a pérdidas más de 60 millones de euros de modo que las cuentas iniciales de la nueva junta aparecieran con menos deudas y evitar de este modo avales personales.

Un socio descubrió el percal y denunció, pero Laporta y los siete miembros de su Junta implicados en el asunto lograron zafarse en primera instancia. El socio recurrió, Laporta perdió esta vez y pasó el expediente al Supremo que es donde, de momento, duerme el plácido sueño de las sentencias pendientes mientras se intentan conseguir los avales personales de Laporta y sus siete magníficos, que no acaban de llegar aún estando la mayoría de ellos en vía de apremio.

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Si algo caracteriza a Laporta es la coherencia; el ex presidente puede gustar o no, pero no engaña en la medida en que se le ve venir ya sea por delante, de costado o por detrás, porque si algo hay en su presencia no es discrección. «Aunque lo suyo, lo que más le gusta, es acercarse por detrás. Es un cobarde, muy cobarde», ha declarado a LOC un destacado miembro de su anteriores juntas. «No em toquis (no me toques)» está entre sus frases más famosas y populares. Se la soltó a un directivo del RCDE cuando éste se le acercó más de la cuenta. O aquel famoso «al loro» si se trataba de defender a su club en horas bajas, o el «que n'aprenguin (que aprendan)» cuando consiguió fichar a Ronaldinho.

Las sentencias espontáneas forman parte de su personalidad intrínseca, del primitivismo que le atribuyen quienes han estado cerca de él. Quizás por eso se rumorea que Sandro Rosell, el actual presidente del FCB, está en sus oraciones y tiene intención de pedirle responsabilidades por haber sustituido el acuerdo con UNICEF por otro con Qatar Foundation, y por haber retirado la presidencia de honor a Johan Cruyff, su última quijotada antes de abandonar el cargo hace poco más de un año.

El político es otro de sus horizontes. Su primera incursión, muy joven aún, fue en Solidaritat Catalana, una franquicia de AP (Alianza Popular) al frente de la que estaba su suegro, Juan Echevarría. Después siguió sus propios impulsos, pero ni mil bellas puestas de sol servirán para que Laporta olvide que su otrora prometedora carrera política se encamina hacia el fracaso, o, al menos, hacia la soledad más absoluta. Hace sólo 5 años, al entonces presidente se le pronosticaba un brillante futuro en nuevo oficio: el de parlamentario.

Era octubre de 2006 cuando Artur Mas y José Montilla rivalizaban por fotografiarse durante la campaña electoral con el artífice del mejor Barça de la historia. Joan Laporta era joven, decidido, famoso, atrevido: un diamante en bruto para la competitiva vida política. Tanto CIU como ERC le tiraron los tejos. Los dos le querían entre sus filas. Pero cegado por la ambición, Laporta les rechazó a ambos. Quería algo más, ansiaba ser líder, tener notoriedad y prefirió ser cabeza de ratón que cola de león. Inspeccionó otras ofertas, las de los pequeños partidos independentistas, que son muchos, pues el secesionismo lleva la división en su ADN.

Dio también calabazas a la formación del republicano Joan Carretero que, aunque pueda parecer pitorreo, era muy seria comparada con la que finalmente eligió, la de Alfons López Tena. Laporta, unido a López, consiguió hacer realidad su sueño: entró en el Parlament con cuatro diputados, lo que no está mal para empezar. Pero en un par de meses el sueño se desvaneció. Lopez y Laporta, como habían vaticinado no sólo los adivinos, se pelearon y el ex presidente se quedó más solo que la una en el Parlament. Hoy deambula por la Cámara sin que nadie le tenga en cuenta, convertido en algo así como el primer diputado no adscrito de la historia. Pero va con la cabeza muy alta porque también ha logrado materializar otra de sus ambiciones: ser concejal del Ayuntamiento de Barcelona. Lo logró por los pelos de la mano del republicano Jordi Portabella.

Joan Laporta aprovechó su primer acto público como concejal para quejarse de que su mesa en el pleno es más pequeña que la del resto de los ediles. Con comentarios como éste, da muchas alegrías a los plumillas de la política, pero lo cierto es que su escasa paciencia y sus errores de cálculo hacen prever que su carrera en la política no se alargará más de cuatro años. Una lástima. Laporta parece haber desaprovechado su gran potencial.

Esta misma semana, el Parlament ha avalado las cuentas públicas presentadas por CIU, lo que ha sido posible gracias a la abstención del PP y del concejal del grupo mixto. Es decir, de Joan Laporta.

Visto todo lo acontecido, está claro que lo que a Laporta de verdad le pone es la presidencia. De lo que sea, pero presidencia. Divorciado de la madre de sus tres hijos, Constanza Echevarría, el universo femenino se extiende frente al seductor sin límites y sin necesidad, ya, de mentiras piadosas. Si algún impedimento se le ha de presentar en este sentido, es que Joan Laporta, por alguna razón, sólo ha accedido hasta hoy a mujeres de un 'target' muy diferente al de la que fue su esposa, burguesa como él pero de más elevada posición económica. Una circunstancia muy bien aprovechada por Laporta a la hora de erigirse en candidato a la presidencia del, dicen, mejor club de fútbol del mundo.

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