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PEDRO G. CUARTANGO

El conde de Saint-Simon, uno de los espíritus utópicos que asumió los ideales de la Ilustración, quería crear una especie de comunidad universal de filósofos y científicos que intercambiara conocimientos.

Lo que era un sueño hace dos siglos es hoy una realidad gracias a la tecnología. Pero las nuevas redes de información no están sirviendo para difundir el conocimiento sino que están aumentando ese efecto tontería que caracteriza a nuestras sociedades, que consiste en la apoteosis de lo políticamente correcto. Resulta difícil por no decir imposible encontrar un pensamiento inteligente en esos nuevos medios de comunicación como Twitter, perfecto reino de la banalidad, en el que resulta evidente la vuelta al lenguaje oral, característico de las sociedades primitivas sin escritura.

Hay en Twitter una evidente nostalgia por el retorno, un gusto inconsciente por una primigenia comunicación tribal, un placer por la ilusión de la inmediatez. El medio crea una engañosa sensación de pertenencia a un grupo, unido por la ficción de la fiebre digital. Canetti diría que hay una especie de flujo de energía que recorre esa masa y subyuga a sus miembros.Bien pensado, en una sociedad que ha perdido el contacto con la Naturaleza, resulta muy comprensible la vuelta al tam tam tribal, un lenguaje que expresa sentimientos pero no conceptos y en el que no existe la mediación de los rígidos códigos formales de la escritura.

El gran hallazgo de los inventores del Twitter es precisamente la explotación del sentimiento de pertenencia a una comunidad esencialmente democrática e igualitaria en la que cada uno vale lo mismo que los demás y puede decir lo que quiera, sin las limitaciones de los medios de comunicación de masas.

Pero esa euforia del igualitarismo y la identidad con el grupo se degrada por la propia banalidad de los mensajes e incluso por su nula fiabilidad. La verdad que está en los libros se transforma en chismorreo insustancial, la información que hay en los periódicos se convierte en bulo, la letra impresa pasa a ser un bit electrónico que se pierde en el éter.

Queda, eso sí, la ilusión de la participación, de los vínculos con una comunidad de almas afines, pero se trata de un espejismo que desaparece al apagar el teléfono o el ordenador, porque todo el mundo sabe que está a solas consigo mismo. Las redes son un sucedáneo onanista que hace mucho más dolorosa la percepción de la soledad esencial del ser humano.

Los usuarios de Twitter llaman trending topic a los asuntos de actualidad de los que hablan. El propio Twitter se ha convertido en un trending topic de nuestro tiempo, de una cultura en la que el espectáculo, la comunicación y el negocio convergen en un neolenguaje tan peligroso como el orwelliano.

Apartémonos de estas tonterías y volvamos a sentir el placer de oler, tocar y abrir un libro o de escribir una carta.

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