Hay en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) un aire a lo Silicon Valley con castizo sentido del tumor: un andaluz en bermudas asomado al ajedrez del microscopio, yanquis por un tubo de ensayo y batas siamesas ronroneando con tanto ratón.
En su espartano despacho de 12 metros cuadrados, la más reputada de nuestros científicos proyecta malabares con el hombre.
Pregunta.- Cuéntemelo como si fuera un niño. Érase una vez un telómero y una telomerasa...
Respuesta.- ...pues érase una pareja que tenía que ver con la vida de las células en el organismo. S [...]
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