El editorial de EL MUNDO
Publicado el Sábado, 10 de julio de 2010
Hay un viejo proverbio que señala que Dios escribe recto con renglones torcidos. Esto es lo que ha querido hacer con una mezcla de cinismo y soberbia el Tribunal Constitucional en su sentencia sobre el Estatuto de Cataluña: enderezar los artículos torcidos para encajarlos en la Constitución. El resultado ha sido desastroso porque para lograrlo el Alto Tribunal ha tenido que recurrir a una forzada interpretación de 80 artículos, que se declaran conformes a la legalidad constitucional sólo si se entienden en sentido contrario de lo que dicen literalmente.
Los malabarismos interpretat [...]
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El editorial de los lectores
EDUARDO HERNÁNDEZ
Al margen del contenido de la sentencia en sí, el caso del 'Estatut' es un compendio de despropósitos tal que resulta digno de estudio en las facultades e institutos como ejemplo de cómo no deben hacerse nunca las cosas.
Cómo si no puede entenderse que una norma tan importante como un desarrollo autonómico nazca con un beneplácito declarado públicamente por el presidente del Gobierno antes si quiera de haberse debatido el texto en el Parlment.
Cómo puede estar dicha norma recurrida ante el Tribunal Constitucional durante años al tiempo que se desarrolla su contenido con otras leyes subsidiarias que, a día de hoy, se están aplicando y afectan a temas tan capitales como la Educación.
Y el colmo es la manifestación de esta tarde a la que pretenden asistir, ya veremos si lo cumplen, ministros del Gobierno central. ¡Representantes del Estado manifestándose contra una decisión del Tribunal Constitucional!
¿Somos o no somos un país de pandereta?
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